(imagen tomada de espndeportes.com)
La ansiedad en los momentos previos al inicio del partido.
La alegría de ver a tu selección hacer magia con el balón, aunque sea efímera.
El miedo de perder cuando cae la anotación del equipo contrario.
Y sólo quien lo ha vivido con pasión puede conocer la tristeza cuando, al cabo de los 90 minutos, tu equipo fue incapaz de ganar el partido.
Sin embargo, a pesar de todo, sé que dentro de 4 años volveré a sentir la esperanza bullir dentro mío cuando el árbitro dé el silbatazo inicial.